El siete de octubre de 2021, Felipe González Alaníz, delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PRI para la elección del gobernador de Tamaulipas, dijo que no existían condiciones para hablar de una alianza.

Sin embargo, 67 días después -el 14 de diciembre-, Alejandro Moreno, el dirigente nacional priista anunciaba la coalición con el PAN y el PRD, a pesar de la resistencia del Comité Directivo Estatal.

Aun cuando esto no sorprendió a la opinión pública, sí desanimó a los priistas de arraigo, quienes apenas un mes después empezaban a reaccionar y a preguntarse, en dónde había quedado la dignidad del PRI.

Sobre todo, porque el 28 de septiembre de 2021, al Partido Revolucionario Institucional le arrebataban una diputación plurinominal y se la entregaban al Partido Acción Nacional. Esto fue una ofensa para la militancia priistas.

Sobre todo, porque por muchos años los priistas y panistas de esta entidad han vivido peleados, como ya lo dijimos en una ocasión, como el perro y el gato.

Además, no olvidan aquella famosa frase: “de que se van, se van”, del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, cuando fue precisamente candidato a la gubernatura.

Pero, además, el mismo mandatario siempre calificó a los priistas como ladrones, y cada que podía, pues sencillamente los insultaba con alguna de sus frases, y esto no lo olvida la militancia.

Lo que tampoco olvidan, fue cuando el gobierno de Cabeza de Vaca derribó, el 28 de abril de 2018, el edificio del Partido Revolucionario Institucional de Xicoténcatl. Otra ofensa para los priistas.

Sin embargo, tal parce que los dirigentes del Revolucionario Institucional si lo han olvidado o sencillamente no tienen dignidad, pues hoy en día hasta le levantan la mano al panista César Augusto Verástegui.

Por muchos años el PRI y el PAN han sido acérrimos enemigos, y tal vez por eso, mucha gente nunca se imaginó que un día participarían en una alianza de partidos.

Por ello, hoy nos preguntamos, qué fue lo que pasó o qué les ofrecieron a los dirigentes priistas para convencerlos, o sencillamente se olvidaron de su dignidad, la que siempre sí, tuvo un precio.  

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